Cuando la sequía veraniega llega a Doñana son muchas las especies que buscan agua y alimento en tierras vecinas, por lo que no era extraño que me encontrara a pequeños grupos de ciervos o gamos, así como con otros animales que solía sortear las vallas del Parque Nacional y introducirse en la zona de Entremuros donde gracias a la aportación de caños y canales facilitaban que la vegetación y el agua aguantaran más la sequedad del verano.

A todo el mundo le encanta cuando la marisma tiene agua pero a mí me impresiona más cuando no la tiene y me quedo sin palabras observando el infinito marismeño.
2 comentarios:
Efectivamente parece el Kalahari y esperemos que no se convierta en un desierto.
Saludos
si la verdad es que es una pena ver tanta desolación.
Saludos
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